La imagen se fija subjetivamente desde mi punto de vista hacia la ventana.
Pasan una señora y luego un pasajero de camisa blanca.
Inmediatamente atrás de él, una aeromoza se acerca para ayudarlo a terminar de guardar su bolso en el compartimiento de arriba y apura para que todos tomen asiento.
Estamos por despegar.
Otra aeromoza pasa hacia el frente y se hace un instante de calma y silencio.
De un momento a otro, el avión cabecea y comienza a desplazarse.
Casi girando sobre su eje, se dirige a pista.
Se ven pasar a los banderilleros, al camión de combustible. El de las valijas, los que cargan la comida.
Y la pista.
Ya comienzo a imaginar Barcelona, previa parada en Madrid y después a buscar trabajo. Me veo visitando amigos en Lisboa, París, Londres.
Y vuelvo a la pista.
La pista queda atrás, el avión se dirige hacia una salida en la calle.
Me percato de que no traigo pasaporte ni dinero.
La aeronave cruza la avenida. Hace una vuelta, entre a una estación de servicio y clava los frenos.
El piloto anuncia que debemos abastecernos de combustible antes de despegar.
Me llama un poco la atención lo que ocurre, pero en seguida reacciono y me levanto del asiento.
Bajo raudamente por las escaleras y le pregunto a las 2 azafatas y al piloto que estaban afuera fumando un cigarrillo, si tenía tiempo de ir a buscar el dinero y mis documentos.
A lo que, con mucha naturalidad, me responden; "anda y vení que hay tiempo, hasta que cargue ésto..."
Salí corriendo a tomar un taxi y fui a casa en busca de los objetos olvidados.
Llegué a casa, abrí el cajón y me desperté.
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