22 mar 2010

Vida Cotidiana X. "70, un chino y 40".

Facultad de Derecho. Clase de contratos. 40 alumnos de diversas edades, entre los 20 y los 30 años, algún 40 por ahí.
Al ingresar, una de las alumnas conversa con el profesor frente al pizarrón. Cabellera femenina canosa y hombre de contextura mediana con camisa amarilla.
Los alumnos toman asiento y se acomodan, algunos conversan.
"Wang shang hao", "muy buenas noches...en chino" dice el profesor. Toma la tiza y escribe su nombre en el pizarrón Wang Po Jan.
"Nos están jodiendo", piensan mis neuronas mientras se pelean por los últimos restos de THC y glucosa, "¿Es ponja?", pregunta una neurona que jugaba al backgammon con otra a la que habían dejado culo pal norte en una despedida de solteros.
Resuena un sonido similar al de la fritura mientras me digo; "Es chino posta!". Como si el "posta" reafirmara o hiciera más contundente la inequívoca nacionalidad del docente. Neuronas rebozadas fritas.
A la derecha del profesor,de pie, mi compañera de 70 años de edad escribiendo en el pizarrón. Admirable. Llamativo, a la vez.
Bien real. Hechos verídicos. Aunque lo más increíble, y lo que motivó más de una palmada en la frente de los concurrentes, ocurrió cuando una de las que anda por los 40, mientras tomaba unas notas,le pregunta al profesor; "Doctor, ¿y su nombre en argentino?" (nótese que no utiliza el término "español", ni "castellano". A lo que el profesor contesta algo desconcertado que no tiene, con lo que la alumna concluye SU momento Gimenezco; "Ah, no tiene", y tacha lo que había escrito.
Así dá gusto asistir a clases, aunque contener la risa duela.