Con globos y canciones de Gilda,
entre patrullas y rejas,
dieron inicio a la fiesta
Unos días antes, en el mismo lugar,
una multitud sin custodia armada ni vallas
despedía a su Jefa
El día que él tomó las riendas,
culpó a la lluvia y no a su carisma
por la magra asistencia
Viajando en un auto de lujo, habla de miserias
Ninguna le pertenece, son todas ajenas
no son de sus amigos ni de sus colegas
no son de sus socios ni de su familia
la miseria más grande, según él, es la herencia recibida
Culpa al estado que lo hizo rico, por sus falencias
culpa a los empleados, por sus derrotas
culpa a sus socios, por las tapas de diarios y las malas notas
culpa a la gente, por sus promesas rotas
Quizás no sean los nombres
quizás no sea el equipo
quizás la culpa de todo, la tenga Francisco
Podemos elaborar teorías
podemos marchar
lo que no podemos es permitir que nos obliguen a cambiar
Con la frente alta y la sonrisa perfecta
somos los que no se van
y siempre estaremos alerta
Nos quieren enseñar el mérito
un grupo de empresarios
que funden empresas
Nos quieren enseñar la decencia
un grupo de mentirosos y tranzas con demencia
Se anunciaron como los mejores
y no logran diferenciarse de los peores
A muchos ya los conocemos
los nuevos llegaron de la mano de los perros de la guardia vieja
Hacen amistades con genocidas y traidores
con milicos, policías y buitres estafadores
son esa murga de apellidos elegantes
que proclaman ser lo nuevo
mientras hacen del país, un nuevo desastre
Y atrás de ellos
corre incansable la turba iracunda
que quiere ser y nunca será
que finge parecerse, pertenecer y nunca accederá
No es culpa de quienes los votaron
la culpa es nuestra
por haber querido cambiarlos
Ellos no cambian
no escuchan
no sienten
eso jamás debemos olvidarlo
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