22 jun 2009

Vida Cotidiana, Vol II. 1640, "Y así, enseñaron a rezar en América Latina"



El clérigo entró en la pequeña cabaña. No había a la vista más que algunos trastos de barro y restos de comida. Se veía desordenado, pero limpio. Echando una mirada a su alrededor, el padre Alfonso demandó una silla al nativo que se encontraba en un rincón con la cabeza gacha.

No se les permitía a los locales dirigirles la mirada si no les ordenaba. Ycariu le alcanza la silla y se retrocede, cabeza gacha y sin dar la espalda.

Al mismo tiempo que se sienta en ella, haciendo rechinar el precario mobiliario, Alfonso le dice a Ycariu que no se piense que vino por un descanso y a charlar. También querría beber un vaso de vino que él portaba. Obviamente le ordenó servirle. Yemenshym, un sucio traidor,era el traductor del religioso.

Mientras Ycariu le sirve el codiciado y delicioso vino, el padre Alfonso le recuerda el motivo por el que venía. Estaba ahí para cobrarle la cuota correspondiente por la "educación religiosa" que estaba recibiendo por parte del padre Manuel De Segovia.

Y que debido a su profana resistencia a abrazar el cuerpo de Cristo, los costos se incrementarían.

Ycariu intenta explicarle que ya no tiene ni para comer él, que la mina de plata ha matado el suelo y envenenado el agua, que ya no es posible sembrar y cosechar la tierra como antes.

El padre Alfonso le dice entonces que pagará su deuda con el trabajo en la mina.

Pero el trabajo en la mina es insalubre y mata a los nativos. Los mata por montones, anónimamente, con las caras cubiertas de ese polvo tóxico que los mata de a poco pero rápidamente. No sólo eso, sino que paga mal.

Por lo tanto, toda la familiar debería trabajar también.

Y así aprenderían a creer en Di´s o morirían, pero más que nada sus hijos aprenderían el vicio del temor al poder, al sometimiento de las mentes, Ycariu era libre cuando no trabajaba la tierra para los colonos y cuando no estaba en la mina. La tierra estaba contenta y vigorosa cuando Ycariu la trabajaba.

Ahora todo eso ha cambiado. Ycario acumula plata, plomo en sus pulmones y paga su deuda. La iglesia se lleva barcos cargados a tope de metales preciosos y paga su deuda de la Insquisición con más Inquisición. Vale más el veneno que tiene dentro. Vale más mientras muere que mientra vive.

El padre Alfonso le deja una cruz y le dice que la lleve a la mina, que la va a necesitar.


Y así, enseñaron a rezar en América Latina.

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